Adrián Tucci: ¨el bocho¨ que decía cosas nuevas

adrian

En ese primer año del Colegio Nacional de Punta Alta nos hicimos inseparables. Al principio nuestras prioridades fueron solamente dos. La primera: desarrollar nuestras voces. Para eso nos decidimos por la lírica y abiertamente nos desafiamos poniéndonos tema de competencia. La prosa poética de Adrián adelantaba su porvenir; se internaba en las mitologías y hasta incluía cuestiones francamente científicas. La segunda cuestión fue lograr que levantaran vuelo nuestros cohetes alimentados por un combustible que durante meses soportó sucesivos ensayos, hasta que una mezcla de permanganato de potasio y carbón molido calentados por el mechero apuntado a la cola del cohete, logró la tan soñada propulsión. Escasos metros, desde el techo de chapa del galponcito de Pueyrredón 458 -casa de Adrián- hasta los primeros surcos de la quintita. En verdad, una distancia pequeña para nuestros breves trece años, pero gigantesca para la humanidad.

Creo que después nos dimos tiempo para conocernos mejor, seguros ya de que estábamos cortados por la misma tijera y de que seguramente ninguno debería soportar burlas del otro. Nos hicimos verdaderamente inseparables, si es que antes se había soltado algún acorde. Compartimos lecturas: Verne, Rampa, Rimbaud, Darío. Y por supuesto, el libro del tío de Adrián, el poeta bahiense Maglia: Flor y Piedra. El verano de ese año, en vísperas de mi viaje definitivo hacia Buenos Aires, frecuentamos la pileta de suboficiales, con la mamá de Adrián –Nelly-, su papá –Vicente- y su hermano menor –Ariel-. Esas imágenes de mi segunda –increíblemente amorosa- familia me acompañaron durante los primeros años de mi vida porteña.

Nos vimos con Adrián una o dos veces por año; viajaba uno o viajaba el otro. Conversábamos durante horas poniéndonos al día. Casi todos eran descubrimientos espirituales. Los poetas franceses, los expresionistas alemanes, el surrealismo, Borges y Marechal asomándose por los surcos recién tallados y húmedos todavía. Después, más cerca ya del quinto año, las revelaciones tuvieron que ver con la historia y con la política.

En 1973 Adrián militaba en una de las fracciones del peronismo. Vivía ya en Bahía Blanca, y estudiaba la carrera de Letras. Allí abrió, junto con otro compañero de militancia, la librería Martín Fierro. Negocio que funcionó –imagínense- como un verdadero sagrario de los ideales de universitarios que compartían el proyecto nacional y popular de aquellos años.

En Ezeiza se lo vió alentando, protegiendo y alejando del peligro a sus compañeros más jóvenes. Después lo corrió la patota fascista, y pocas semanas antes de la muerte de Perón tuvo que irse de Bahía. Al cabo de un breve periplo, recaló en mi casa de Palermo, en Buenos Aires. Siguió corriendo, porque continuaron chuzándolo; su paz interior y su equilibrio, su corazón batallador e indoblegable, lo mantuvieron indemne. Había dejado Letras al salir de Bahía. Cuando lo encontré otra vez corría 1979 y estaba estudiando Psicologia; se ayudaba con trabajos informales y vivía en pensiones de barrio; continuaba militando. ¡Tan fuerte en su soledad era mi amigo Adrián Tucci!

Después la conoció a Juana, compañera de estudios. Se casaron. Ambos son hoy psicólogos dedicados a la investigación y a la docencia, siempre surcando territorios de avanzada donde parece que las cosas deben ser dichas por primera vez.

Puntaltenses en la diáspora como él y como yo, recuerdan a Adrián con el apodo de ¨el bocho¨. Ése que alumbró a tantos, avivó a otros muchos, molestó a los poderes locales e hizo irse de boca a más de uno. Quiero decir que puso en evidencia a más de un rufián y en esas lides, les aseguro, es incurable.

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Adrián estuvo revisando esta página y apuntó en el contestador del teléfono de línea algunas ideas cómplices. Eso significa, creo, una aprobación momentánea de lo que se ha dicho aquí. Yo debo aclarar, sin embargo, que nuestro descubrimiento del ¨cóctel de potasio¨ (ese mismo que usan algunos ejércitos irregulares con nafta, no con carbón) fue simplemente casual y quedó confinado a experiencias de la ciencia espacial. A menos que ya por aquellos años tuviéramos detrás a quienes nos contaran los pasos, e intentaran capitalizar las genialidades de mi amigo Adrián…

En otra página de este blog pueden leerse dos trabajos de Adrián Tucci. Con el título de Conceptos básicos: palabras claras, se expusieron en conjunto El síndrome del padre ausente y ¿Cómo entender a una mujer?.Textos fuertemente vitales, por cierto. ¡Aprovéchenlos!

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Los blogs resisten el tiempo; pueden ser escritos en forma sucesiva y tienen una existencia parecida a la nuestra, con etapas, afirmaciones, fracasos, silencios y explosiones estruendosas. Hoy, 28 de febrero de 2012, creo necesario volver sobre este texto para avisarles a los que quisieron y admiraron a Adrián, que él ha muerto ayer, que inexplicablemente -dolorosamente- si tenemos en cuenta su vitalidad, su humildad, su bondad a toda prueba: se ahogó en el mar. Estas últimas, palabras de Juana, que me llamó ayer desde Costa Bonita, cerca de Necochea.

En una de las últimas conversaciones que mantuve con Adrián -hará de esto unos quince días- me dijo que a partir de marzo, o volvería a escribir sistemáticamente (como en aquéllos, nuestros tiempos de los 60 y 70), o se comprometería actuando en política otra vez. ¿Presentía lo que sucedió poco tiempo después? Él se ha ido a llevar su palabra y su ejemplo, de eso estoy seguro. Por eso, anoche -casi sin haber dormido- escribí este texto que ahora comparto:

 

 

Quintetos del veintisiete

 

Palabras dichas junto al mar con él van son

Del agua las verán surcar océanos de edad

Alzarse en atolones asomar en delfines

Hundirse con anclas gravitar naufragando:

Las palabras como sus poetas son del mar.

 

Ellas respiran en profundidad no se inundan

Flotan si beben aire que el agua suspende

Surcan escrutando nadan copian la brisa

Que barre superficies: ellas voces del fondo

Brotes ramos de estrellas arenas numerosas.

 

A veces arrastran sus poetas si pobrecitos

Han querido beberse el mar pero entonces

Las palabras hacen monarcas a sus bocas:

Poetas que rigen las mareas reflejos del día

Y de la noche lamentos de rocas y petreles.

 

© Carlos Enrique Cartolano. De Negro de hueso, 2012

Este 27 de febrero, mi hermano de infancias y versos se ahogó en el mar. He salido a buscarlo y encuentro sus palabras: ellas viven. ¡Viven!


11 respuestas to “Adrián Tucci: ¨el bocho¨ que decía cosas nuevas”

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    • Gracias por la invitación, Alberto. Por favor, comentanos a quién está dirigida. Si es a Adrián Tucci, confirmámelo para hacérselo saber. Gracias otra vez!

  2. Una alegría saber algo de Adrián. No fui su amigo; sí amigo de Ariel.Tengo la imagen de aquel poeta de la calle Pueyrredón.Y eso me trae a la memoria el clima de bronca por haber tenido que irse escondido y peligrar su vida, en aquellos años miliqueros. Agradezco que Ud me haya sacado del cofre de los recuerdos la historia de alguien del cual nunca había sabido nada más. Mi mail rosapb20@hotmail.com y mi modesta web http://www.radiosantiguas.4t.com/
    Carlos

  3. Lamento tanto la pérdida de Adrián!!!!!!!!que amigo dulce y sabio!!!le estoy agradecido en muchas cosas y espero que su alma descanse en paz…una oración en su memoria…..

  4. Qué puedo decir de mi mar necochense que se llevó a mi amigo y compañero de la carrera de Letras en la UNS de B.Blanca?
    Sólo que lo busqué durante décadas,que lo hallé hace 6 o 7 años,que nos reunimos,que nos contamos la vida,que conocí a Juanita,que me mostró sus perfumes celestiales,que me visitó en Necochea,que conoció a mi hija Rocío y que pude ver al mismo Adrián de siempre,de los 70,hasta con su barbita eterna,con su bohemia,su serenidad,sus palabras dulces…
    Fui tan feliz de saberlo vivo!!!
    Estoy tan triste de saberlo muerto!!!
    Vaya mi recuerdo emocionado a todos los que lo conocieron y quisieron!
    Silvia Gramigna.Necochea,1 de marzo de 2012.

  5. Querido Adrián: Como siempre desde que nos conocimos imaginé cuando me llamó Juana que me iba a hablar de vos
    Siempre era así: se comunicaban conmigo o yo les hablaba e inmediatamente con la naturalidad de quien tiene la libertad de mostrarse feliz interrupían el diálogo para decirse -amor.-vida- Estoy hablando con Susana- y el otro se metía en la conversación, opinaba, agregaba, se reían
    siempre juntos, parecían «recetarnos» con acciones lo sencillo que es seguir enamorado de la misma persona.
    El 31 de diciembre les desee felicidades y me llamaste y hablamos mucho, mucho de los proyectos, de la vida, de la lucha, del país… Te dije que estaba enojada conmigo porque lo urgente tapa lo importante y estando en capital no me hacía tiempo para visitarlos y te prometí que en marzo iba a ir a abrazarlos y tomar un té con ustedes…
    Pero el llamado de ayer fue distinto: Juana contándome sola sin vos, serena y afectuosa como siempre, conteniendo más que siendo contenida,
    que te habías ido y no, solo pensé después de mucho llorarte que te vas a descansar un poco y que probablemente el mar esté desde ese momento más puro.
    Hasta siempre amigo
    Susana

  6. Ni fui su amigo de los setenta, ni estudie con él, ni pude compartir demasiados momentos.
    Sólo que visitando a Juana como paciente, me crucé con él infinidad de veces. Compartimos pequeñisimas charlas y seguramente él, sin saberlo, me transmitió una paz, una tranquilidad, una imagen de serenidad y de afecto que me quedó impregnada muy fuertemente.
    Recibi un llamado telefónico ayer que me atravesó como un rayo.
    Un abrazo enorme para quienes compartieron con él muchisimas más experiencias y atraviesan un momento de melancolía y de dolor muy especial y justamente la foto que ilustra este post, es casi como lo tengo fotografiado en mi cabeza. Una sonrisa amplia y calma, que seguramente me va a acompañar muchisimo tiempo más.
    Nos encontraremos, seguramente, cuando sea el tiempo y sólo cuando sea el tiempo.
    Saludos para todos,
    Marcelo

  7. Lo extraño mucho… ¡Te quiero Adrián!

  8. Fue y será por siempre un Gran Maestro!
    Lo queremos mucho y agradecemos todo lo que nos brindó! Siempre con Amor y paciencia, Fui su paciente y alumna. Gracias Adrián!
    Fuerza Juana!
    Paula

  9. Bahia Blanca ¿1971?? -pension de la calle 11 de Abril, entre Estomba y Zelarrayan, pasillo al fondo, tres piezas,la de la derecha de Adrian-: el winco con un LP. «Hola Carlos ¿como estás?» «Sentate que quiero que escuches esto». Era Manal, con Todo el dia me pregunto y Avellaneda blues!!!!! UN ADELANTADO!! Gracias Adrian. Hace unos años, en un «dia del amigo», le regalé la discografia de Manal y me mandó un mail contándome que el Cd le parecia maravilloso: la música, las letras y los recuerdos. ¡Soy un afortunado! Pude retribuirle algo de lo mucho que me dio. ¡Gracias Adrián!

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