¿De qué se reirá Racedo?

¨… Y a medida que los trabajadores se organizaban constituyendo la más poderosa fuerza del país,

la oligarquía infiltrada también en las fuerzas armadas

preparaba la reacción…¨.

Eva Perón, ¨Mi mensaje¨

Por Carlos Enrique Cartolano

cecartolano@hotmail.com

carloscartolano@gmail.com

Fue detenido en Punta Alta el 26 de agosto de 2008, el conocido secuestrador y represor ¨Comisario Pepe¨, de dilatada y lamentable trayectoria en la Base Naval de Mar del Plata. En la llamada ¨megacausa¨, la justicia investiga 118 casos de desapariciones y privaciones ilegítimas de la libertad.

1. Postrera canción de cuna

Laura trata de acomodarse en la cocina prestada por el industrial textil tan amigo, tan sensible a las necesidades del matrimonio acosado por la inteligencia naval. ¿Por qué los persiguen? ¿De qué se les acusa? Eso es lo que está averiguando él, Calú. Laura prepara el almuerzo de Marianita, su beba de cinco meses: el zapallo pisado, la sopita de carne con fideos chiquitos. ¿Dónde está Calú? ¿Cuándo volverá?

Ha dejado de ir a la escuela en la que es maestra de grado; tampoco van ya a la facultad ni ella ni Calú. Piensan cobrar sus sueldos del mes y partir sin mayor demora hacia Corrientes, desde donde un par de años antes llegaron a Mar del Plata.

En la calle hay ronroneo de motores, puertas que estallan al cerrarse, voces de mando distribuyendo órdenes. Taconeos en la escalera, cada vez más cercanos. ¿Dónde estará Calú? ¿Cuándo volverá papito? Marianita saborea su puré y parece feliz, ajena a las angustias de mamá.

¨… Yo puedo decir ahora lo mucho que se miente, todo lo que se engaña y todo lo que se finge, porque conozco a los hombres en sus grandezas y sus miserias. Muchas veces he tenido ante mis ojos, al mismo tiempo, como para compararlas frente a frente, la miseria de las grandezas y la grandeza de la miseria (…) Ahora conozco todas las verdades y todas las mentiras del mundo…¨(1).

Pero… ¿Cómo puede ser que mientras unos tienen la valentía necesaria para producir cambios, en justicia, con el corazón abierto hacia los demás, otros parecen estar viviendo una realidad distinta y ridícula? ¡Sordos, ciegos, y persiguiéndonos para eliminarnos!

Vos Marianita -va diciéndole, mientras lleva la cuchara a la boca de la beba sujeta a la sillita de mimbre- tenés que ver claro desde el comienzo. No hagas como yo, que alcanzo recién ahora a distinguir la luz de la mierda. Cuando parece que es muy poco el tiempo que queda. Aprendé –le dice-, aprendé desde hoy a separar la verdad de la mentira.

El pisoteo se hace ensordecedor ahora. Parece que suben cinco o seis al mismo tiempo hacia el segundo piso del edificio; vienen hablando en alta voz y el hueco de la escalera amplifica los sonidos y los vuelve amenazantes, absolutos, unánimes.

Ellos quieren atacarte a vos, Marianita, dice Laura. Porque vos sos la mujer nueva, el verdadero cambio, el aire fresco, un verdor esplendente. ¨… Tengo el raro y maravilloso privilegio de ser algo así como el escudo donde se estrellan siempre los ataques de los enemigos. Ellos, cobardes como todos los traidores, nunca te atacan de frente, te atacan por mí… ¡Yo soy el gran pretexto!…¨ (2).

Ya llegan: manotean la puerta. Golpean con furia. Laura sigue hablándole a Marianita, en voz baja, dulce pero firme: ¨… La lucha por la paz es también una guerra. Una guerra declarada y sin cuartel contra los privilegios de los parásitos que pretenden volver a negociar nuestro patrimonio (…) En esta batalla por el porvenir, dentro de la dignidad y la justicia, la Patria nos señala un lugar que llenaremos con honor. Con honor y con conciencia. Con dignidad y altivez. Con nuestro derecho al trabajo y nuestro derecho cívico…¨ (3).

Ya llegaron. Sacaron la puerta de sus goznes. Marianita parece sorprendida por los ruidos, pero su mamá ha logrado infundirle paz. Aunque ahora uno de ellos la levante y la envuelva en una sábana, cubriéndola de la cabeza a los pies. A Laura la han llevado a otro extremo del departamento; se escuchan gritos, advertencias, amenazas. Laura se resiste con los puños y los pies. Pero es sometida.

Ella sabe que aunque ahora esté sujeta, amordazada, golpeada, torturada, hasta violada, Marianita será capaz de producir el cambio por el que mamá y papá se sacrifican. ¡Cuidamelá!, le grita al muchacho alto, rubio, de ojos celestes, que sostiene a Marianita en lo alto, envuelta en una sábana amarilla. ¡Llevaselá a mis tías!

2. ¿La justicia los alcanza?De comprobarse que Ángel Narciso Racedo y el apodado ¨Comisario Pepe¨, que actuase en el centro clandestino de detención de la base naval de Mar del Plata, son la misma, única e indivisible persona, el ahora detenido comerciante deberá someter al tribunal explicaciones relacionadas con cuarenta delitos de los que se lo acusa.

Como Suboficial de inteligencia de Marina, habría actuado en calidad de jefe de grupos de tareas afectados al secuestro o detención de personas en vía pública o domicilios. Casi todas en la ciudad de Mar del Plata o sus alrededores, ya que allí se domiciliaba, desempeñándose además como árbitro de la Liga Marplatense de Fútbol.

Según La Nueva Provincia (4), Racedo tiene sesenta y cinco años y fue arrestado por personal de Gendarmería Nacional, durante un procedimiento realizado en la puerta de su vivienda, en Roca 240, Punta Alta. ¨… La diligencia fue dispuesta por el titular del Juzgado Federal Nº 2 de Bahía Blanca, doctor Luis Ramón Dardanelli Alsina, ante un pedido formulado por su colega marplatense, doctor Rodolfo Pradas, quien entiende en la denominada ´megacausa´, por hechos ocurridos en la década del 70…¨. Aunque La Nueva Provincia parece resistirse a utilizar los términos con los que más fácilmente se puede ubicar el lector, tales como ¨años de plomo¨ o ¨última dictadura militar¨, ha debido aclarar que esa detención se produce en el marco de la investigación de ¨… una serie de delitos supuestamente perpetrados en dependencias de la Base Naval Mar del Plata donde, al parecer, Racedo –suboficial de la Marina de Guerra- se desempeñaba en el servicio de Inteligencia…¨.

Continúa diciendo el diario bahiense que Racedo sufrió una descompensación antes de ser trasladado a Mar del Plata, y que debió recibir asistencia médica. También documenta que el detenido es propietario de diversos locales comerciales en la Galería Central de Punta Alta… Racedo habría dicho que en esos años tan oscuros del setenta, y aún hoy para algún periodismo, él era árbitro de fútbol, no estaba en Mar del Plata, y como no tiene nada que ver, no sabe por qué se lo ha detenido ni el motivo por el que se lo traslada a la ciudad balnearia.

Según la Agencia DYN (5), los militares indagados se habían negado a declarar al arribar a Mar del Plata, y todos serían trasladados a la Unidad Penal 44, de Batán.

Página 12 (6) fue algo más condescendiente con la memoria de las víctimas y el respeto a sus familiares. Y dijo que ¨… La Justicia detuvo a Racedo por tormentos y apremios ilegales agravados. La Gendarmería lo encontró en Punta Alta, donde hasta ayer tenía un local de souvenires en una galería del centro. ´No tengo nada que ver´, se defendió…¨. Y Página 12 tituló: ¨Tarjeta roja para el comisario Pepe¨. Continuando: ¨… Según la presentación que hizo la Subsecretaría de Derechos Humanos bonaerense, es responsable de tormentos en los casos de Pablo Mancini, Graciela Dato, Alberto Sánchez, José Nicolo e Isidoro Durán. Y también de la privación ilegal de la libertad agravada de Rosa Ana Frigerio, Laura Susana Martinelli y Carlos Oliva (…) De acuerdo con los testimonios, pertenecía a la denominada ´Coordinación Federal´, que era un grupo de tareas de la Marina y se encargaba de trasladar a los secuestrados a la Base Naval. Cuando el grupo se presentaba en la casa de alguna de las víctimas, mostraba una credencial de la Policía Federal (…) Numerosos testimonios explican además que antes de retirarse dejaban el número de teléfono 80070, que según pudo constatarse pertenecía a la Base Naval…¨.

¨El Rosaleño digital¨ (7), medio de comunicación virtual de Punta Alta, sostuvo que uno de sus cronistas logró entrevistar al mentado ¨Pepe¨ en momentos de la detención, y testimonió: ¨… Con una sonrisa irónica, Ángel Racedo dijo: ´En los setenta yo era árbitro de fútbol´. Entre risas, también agregó: ´No tengo nada que ver´…¨. Entonces fueron muchos los que se preguntaron, en Punta Alta, o lejos de la ciudad sureña: ¿De qué se reirá Racedo?.

Radio Mega (8), la más importante radioestación puntaltense, agregó un dato interesante. ¨… Se llevó a cabo en primer término la búsqueda de Racedo en su domicilio de Roca 240; de allí, al no encontrarlo, se dirigieron a la Galería Central, en Irigoyen 160, donde dieron con él…¨(…) Con posterioridad ¨… volvieron al domicilio particular para buscar petenencias personales para el traslado. Allí el detenido (sufrió) una descompensación y (fue) atendido por un médico que acompañaba a los gendarmes…¨.

Por su parte, la Comisión por los Juicios Verdad, Justicia y Memoria de Mar del Plata, emitió con referencia a ¨detenciones causa Marina 4447¨, un informe de prensa que distribuyó en los medios (9). Dicen de los detenidos que ¨… no son los mismos que hace treinta años. La mayoría pasa los 70 y dos de ellos superan los 80. Peinan canas, sus rostros parecen desinflados y muestran los achaques de la edad al bajar de la combi que los trasladó hasta el juzgado federal 3. Son ocho militantes, entre coroneles, almirantes, prefectos, subprefectos y miembros del servicio de inteligencia de la Armada. Todos fueron detenidos, imputados por delitos de lesa humanidad en el marco de la causa 4447 ´Malugani, Carlos s/ homicidio´ …¨.

Para La Capital (10), ¨… En la causa ´Malugani, Carlos s/ homicidio´-conocida como causa Base Naval- se investiga la comisión de crímenes de lesa humanidad cometidos en los Centros Clandestinos de Detención que funcionaron en la Base Naval, en la Escuela de Suboficiales de Infantería de Marina (ESIM) y en la Prefectura Naval de la misma localidad. Tanto la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires como la de la Nación –representada por la abogada Gloria León- son querellantes en la causa. Ayer, conocida la noticia de las detenciones, la titular de la Secretaría bonaerense, Sara Derotier de Cobacho, señaló que ´estas detenciones resultan de gran importancia en una de las ciudades de la provincia que más sufrió la represión del Estado terrorista, en la que muchos represores siguen conviviendo impunes, y en la que las tres fuerzas armadas se coordinaron para organizar la represión…¨ (…) ¨… Máspero, Mosqueda, Bustamante, Silva, Falcké, Marino, Lodigiani y Racedo, sospechando que su estadía en la ciudad puede ser prolongada, llegaron al juzgado con su respectivo equipaje…¨.

3. Son ocho los monos (11)

¨Ángel Narciso Racedo. Suboficial de inteligencia de Marina. Actuó bajo el apodo de ¨Comisario Pepe¨, en el centro clandestino de detención que funcionó en la Base Naval. En sus ratos libres se desempeñaba como árbitro de fútbol en la liga local. Se le imputan alrededor de 40 delitos.

Raúl Alberto Marino. Capitán de Navío, que se desempeñó como jefe de la Base Naval entre el 31 de enero del ´78 y el 11 de febrero de 1980.

Juan Eduardo Mosqueda. Fue Prefecto Principal y se desempeñó como jefe de Prefectura Naval Mar del Plata entre el 5 de febrero del ´75 y enero del ´77.

Ariel Macedonio Silva. Subprefecto y Jefe de la Sección de información de Inteligencia y de la dirección de Pol. Seg. Jud. (Dirección Nacional de Migraciones) de Prefectura Naval de Mar del Plata. Se le imputan 97 delitos.

Pedro Luis Bustamante. Subprefecto. Se desempeñó como Jefe de la Oficina de Policía de Seguridad de Navegación, dentro de Prefectura Naval que funcionó como centro de detención. Se le imputan 80 delitos.

José Omar Lodigiani. Retirado con el cargo de almirante, se desempeñó como capitán de Fragata y como jefe de la Agrupación de Buzos Tácticos, durante el año 1977. Esta Agrupación se encontraba dentro del Centro Clandestino de Detención Base Naval y tenía por función alojar y custodiar (a) las personas que pasaban por el Campo de Concentración. Se le imputan 120 delitos.

Ángel Carlos Máspero. Coronel retirado. Se desempeñó como Jefe de la Agrupación de Artillería de Defensa Aérea 601 (comando de Subzona Militar 15), entre octubre 1977 y octubre de 1979.

Julio César Falque. Teniente de Navío. Se desempeñó como miembro de inteligencia de Marina en la Base Naval. Fue jefe de contrainteligencia. Se le imputan al menos 15 delitos…¨.

¨Una larga lista¨ titula La Capital de Mar del Plata, y continúa diciendo: ¨La causa ´Base Naval´ tiene otros imputados además de los detenidos durante el último fin de semana. Todos ellos cumplen arresto domiciliario; sólo uno se encuentra en la ciudad (Mar del Plata). Uno de ellos, el coronel Pedro Alberto Barda (jefe de la Subzona Militar 15) está siendo juzgado por doble homicidio agravado por alevosía, de Analía Migliaro y Jorge Candeloro y por los tormentos a los que fue sometida Marta García de Candeloro…¨.

El citado matutino, finaliza agotando la lista: ¨… El resto son: el coronel Alfredo Arrillaga (Oficial de Inteligencia del Ejército); el capitán de Fragata Justo Alberto Ortiz (subjefe de la Base Naval); el capitán de Navío Juan José Lombardo (jefe de la Base Naval); el capitán de Fragata Rafael Alberto Guiñazú (subjefe de la Base Naval); el capitán de Fragata Roberto Luis Pertusio (subjefe de la Base Naval); el capitán de Navío Mario José Forbice (director de la Escuela de Suboficiales de Infantería de Marina)…¨.

4. Requisa y ratonera (12)

La historia de Laura, que vivía temporariamente en el departamento de su amigo, un industrial textil –que generosamente acogió al matrimonio y a su bebé- continuó en el departamento de una de sus tías maternas.

¨… En la madrugada del 1º de agosto de 1976, un grupo de hombres armados vestidos de civil, invocando ser miembros de las Fuerzas de Seguridad –uno de ellos exhibió un carnet que lo acreditaba como Comisario de la Policía Federal, de apellido PEPE-, y que andaban en procura de la detención de mi sobrina LAURA (…) y de su esposo CARLOS (…), irrumpieron en mi domicilio, practicaron un registro y se quedaron en él, turnándose en grupos generalmente de a tres hasta el mediodía del miércoles 4, en que se retiraron diciéndome que ya podía yo circular con libertad, hacer mi vida normal…¨¨… Me habían advertido que habiendo concurrido al domicilio del matrimonio de mis sobrinos no los habían encontrado, y que el mobiliario del departamento estaba en depósito…¨. ¨… Los días que estuvieron en casa traían provisiones y cocinaban, invitándonos a comer. En una oportunidad trajeron la carne en una bolsa plastica transparente que tenía estampado un escudo argentino y la leyenda ARMADA ARGENTINA; era como un gran sello en tinta azul, creo…¨.

¨El miércoles 4, después que uno de ellos, que entró de la calle, secreteó algo con los otros, dijeron que abandonaban la búsqueda y se fueron…¨. Pero ¨… Olvidaron un pequeño aparatito sobre la mesa del living, que mi hermana y yo no advertimos hasta que uno de ellos volvió a buscarlo…¨.

En 1984, la tía de Laura recurrió a la CONADEP Marplatense y formuló una denuncia por cada uno de los integrantes del matrimonio secuestrado. Es realmente interesante analizar ahora qué era lo que opinaban ¨el comisario Pepe¨ y sus secuaces.

¨… Ellos decían que Laura y Calú eran muy importantes porque estaban ´limpios´, no tenían antecedentes. Los habían descubierto gracias a las declaraciones de un muchacho caído recientemente en la calle Olazábal. La prensa había informado que esa persona había muerto durante el procedimiento, pero según ellos había quedado vivo y se lo hizo hablar antes de que muriese…¨. ¨… Al estar descubiertos Laura y Calú, si no se entregaban, sólo les quedaba el camino de la clandestinidad y –decían- terminarían fatalmente muertos en algún enfrentamiento, o bien arrestados. Y era preferible que los detuvieran ellos, ya que otro grupo represor que podía hacerlo era llamado ¨los troncos¨ por la brutalidad de sus métodos…¨. En apariencia habían sido informados de la actividad del matrimonio, ya que ¨… según ellos Laura y Calú eran montoneros y prestaban apoyo logístico. Hablaban también del trabajo de ellos (los marinos): una manera de servir a la patria dentro de la ley; lo consideraban difícil y peligroso, pero por suerte desde marzo tenían más libertad de acción. Se les había dado carta blanca. Antes, con el gobierno constitucional, estaban muy atados…¨.

(Ellos) ¨… decían que el mundo estaba dividido en dos bloques y que los países debían alinearse tras una de las dos superpotencias. También hablaban de ¨recuperables¨ e ¨irrecuperables¨. Les pregunté cuáles eran los irrecuperables y me contestaron: ¨los idealistas¨. Prometían que cuando detuvieran a Laura y Calú nos traerían a Marianita para que la lleváramos con la familia a Paso de los Libres, en avión, con pasaje oficial. Y que en caso de que tuviéramos que pagar el pasaje, nos reintegrarían el importe (desde ya, que esto no se cumplió; me refiero al pago del pasaje)…¨.

¨… También nos prometieron que cuando los detuvieran, nos permitirían hablar en seguida con ellos, para que comprobáramos que estaban vivos y en buen estado de salud. Insistían mucho en que, cuando los detuvieran les respetarían las vidas, a menos que se vieran obligados a defenderse si Laura o Calú oponían resistencia armada. Todas estas promesas era formuladas espontáneamente por ellos. Yo me limitaba a escuchar. Por otra parte, nunca se me hubiera ocurrido dudar de que, una vez detenida una persona, no se la pudiera ver, o hablar con ella…¨.

¨… Parecìan estar muy bien informados acerca de nuestras familias y tenerlas en muy buen concepto…¨.

¨…Días después me enteré de que el miércoles 4 de agosto, alrededor del mediodía, había sido detenido en el hall de la Municipalidad, Carlos (…).

¨El día siguiente, 5 de agosto de 1976, llamaron por teléfono en horas de la tarde para avisar que habían detenido a mi sobrina Laura (…), que fuera a buscar a su pequeña de cinco meses a una tintorería de la esquina de San Luis y Avellaneda…¨. En realidad ¨… esos hombres llamaron al estudio del Dr Centeno, donde trabajaba mi hermana, y hablaron con ella explicándole…¨(lo precedente). Horas más tarde, algunos de los miembros de las Fuerzas de Seguridad que habían estado antes en mi domicilio, entre ellos el Comisario Pepe, volvieron trayendo un bolso de mano con ropa de la bebita y reiterando la promesa de que permitirían a mis sobrinos llamarme por teléfono, por lo menos una vez ese mismo día…¨. (Uno de ellos me dijo) ¨…¡había sido brava su sobrina!, refiriéndose a su resistencia al arresto. Aunque no estaba armada; se trató solamente de forcejeos y patadas…¨.

Quien arrojó luz sobre las características de la detención de Laura (…) fue Alberto (…), que finalmente correría la misma suerte que la pareja. En su declaración recogida por acta del 25 de junio de 2001 –Juicio por la Verdad, Mar del Plata-, Alberto dijo que ¨… en esa época estaba hospedando al matrimonio integrado por Carlos (…) y Laura (…), junto con su bebé de cinco meses, quienes estaban allí porque necesitaban un lugar seguro. Que en el procedimiento se llevaron detenida a la señora, mientras que a la bebé la dejaron en una tintorería en la esquina de su casa. Que al observar esta situación estacionó a la vuelta de su casa, observó desde la esquina el movimiento que había en el edificio y se fue caminando a la casa de unos amigos de su padre…¨ (13).

Algunas promesas se cumplían:

¨…Efectivamente alrededor de las 22 horas, Carlos Alberto llamó por teléfono. Con voz evidentemente alterada, confirmó su detención y la de Susana. A una pregunta mía, contestó que Susana no podía venir al teléfono porque estaba muy nerviosa. Esa fue la última vez que alguien de la familia habló con Carlos…¨.

¨… Cuando se fueron, (los marinos) me dejaron un número de teléfono para que les comunicara cualquier novedad: 80070…¨. (Entonces, después del llamado de Calú) ¨… llamé pidiendo hablar con Laura para consultarle detalles sobre la atención de Mariana –alimentación, vacunas, etc-. Me atendió el Comisario Pepe, quien fue a consultar y volvió con la contestación de Laura, según dijo, pero no me permitió hablar con ella…¨.

¨… En ese número, cuando atendieron, dijeron que era una repartición de la Marina…¨.

¨En trámites realizados ante el Jefe de la Base Naval de Mar del Plata, aseguraron que estaban detenidos y alojados en dicha Base…¨.

Y entonces, dieron la cara a los familiares quienes realmente impartían órdenes:

¨… En la semana del 9 de agosto, mi cuñado (…) y yo nos entrevistamos con el Coronel Barda en su despacho del GADA local, quien confirmó la detención de Laura y Calú e informó que estaban en la base naval Mar del Plata, que nos presentáramos en su nombre al jefe del mismo, capitán de navío Juan Carlos Malugani. Así lo hicimos. Ya no recuerdo exactamente qué día, pero llegamos a él…¨.

¨… Con el capitán Malugani, en su despacho, yo hablé varias veces. No recuerdo si (mi cuñado) habló con él, porque él viajó más de una vez entre agosto y octubre, y tuvo muchas dificultades cuando inquiría personalmente o por teléfono para solicitar las entrevistas o directamente la información. Obviamente, le ponían trabas para acobardarlo…¨ (14).

¨… Respondiendo a una inquietud mía, el capitán de navío Malugani me dijo durante la entrevista en su despacho, que no hacía falta que les llevara ropa para ellos, ya que la Marina les proporcionaría la que les hiciera falta para estar allí…¨. Dijo que ¨… ellos estaban muy comprometidos y que seguramente los tendrían una temporada en prisión. Que estaban siendo interrogados porque conocían mucha gente, ya que eran dos importantes jefes montoneros a nivel nacional. Que estaban incomunicados y que cuando les levantaran la incomunicación nos avisarían…¨.

¨… En una entrevista mantenida en los primeros días de setiembre, el capitán de navío Malugani me dijo que Laura y Calú no estaban allí. Habían sido trasladados a Buenos Aires, siempre bajo jurisdicción del comando de operaciones navales, servicio de inteligencia.

¨En una de las entrevistas que tuve con el señor Malugani, reclamé las pertenencias de Laura y Calú. Según el grupo que los capturó, los muebles del matrimonio habían sido llevados a un depósito y uno de los represores tenía las boletas de depósito en el bolsillo…¨. (Malugani) ¨… tomó nota y me dijo que luego se pondría en comunicación conmigo. Efectivamente, días después me llamaron por teléfono para saber qué era lo que quería recuperar, ya que –según dijo- todo lo secuestrado estaba allí, considerado como material que había sido comprado con dinero de la subversión y que no se devolvía. Le dije que a mí me constaba que la mayor parte de las pertenencias de mi sobrina no habían sido compradas por Laura y Calú sino regaladas por familiares. Entonces me dijo que hiciera una lista de lo que quería recuperar…¨.

5. Evita vive

– Buen día, señor, se cuadró el Negro. -¿Viajó bien, señor?

– Perfecto, che. ¿Y vos cómo andás? ¿Todo preparado, ya?

Mientras el teniente cabildeaba con su subalterno, los dos cabitos que bajaron del avión con el rubio, hicieron poner a los tres cautivos en cuclillas y de espaldas contra el paragolpes trasero de la camioneta.

– ¡Las rodillas bien separadas y los pies juntos!, le gritó uno de ellos a la mujer mientras le tiraba una patadita de advertencia. La pobre obedeció de inmediato.

– Está todo listo, señor. Lugar preparado en el barco y en la batería. ¿Van a ir todos al barco, o alguno se queda en tierra?

– Ella, por supuesto, se queda conmigo… El Rubio sonrió otra vez mientras miraba a la montonera que había traído de Mar del Plata. -¿O no quedamos en que a bordo íbamos a subir nada más que tipos?.

El Rubio dormía habitualmente en la séptima batería. Él y el Alemán, pared de por medio con los detenidos, como si precisaran escucharlos respirar, vigilándolos de oídas nada más, porque cuando había que atenderlos mandaban a los cabitos de guardia. De vez en cuando abrían la puerta y salían para mirarlos, los contaban una y otra vez, los estudiaban como si midieran la superficie de piel o el lugar exactos donde caerles clavándoles las garras adornadas con anillos de sello negro.

En Comandante Espora los arribos eran frecuentes y nadie se sorprendía de nada. Aunque los operativos los realizara gente que vestía rigurosa ropa de civil. Aunque a veces los montos de mierda se resistieran y hubiera que colaborar bajándolos a los golpes, o disparando algún tirito cuando se les fueran a escapar. Había que cuidarse y no contar en casa, nada más.

– Ésta es muy puta, dijo el Rubio adelantando el mentón hacia el lugar donde supuestamente iba ella escondida debajo de la lona. Miró fijamente al Negro y agregó con su permanente sonrisa: -Allá, en el comando, se la trincaron unos cuantos…

Entonces escucharon la voz imperativa pero muy suave de Laura que les decía:

– ¡Milicos hijos de puta!

El Negro, institivamente soltó una mano del volante y cerrando el puño amenazó con descargar su trompada contra el extremo izquierdo de la lona. El Rubio lo detuvo.

– ¡Mirá para adelante voz!, dijo mientras escuchaba que le decían, ya perdida la sonrisa:

– ¡Fachos de mierda!, siempre con voz bajita y meliflua.

Se enderezaron en el asiento como si postergaran el cobro de una factura que era de ellos dos nada más. Entonces pensaron y volvieron a pensar y el Rubio repasó mentalmente los manuales y el Negro recordó orden por orden recibida de los tenientes. ¿Y qué había? Nada.

– ¡Hay que matarla a ésta!, gritó el Negro a punto de descontrolarse.

– No. ¡De ninguna manera! ¡Ahora vas a ver cuando lleguemos!, advirtió el Rubio, que parecía apenas sujetar a la bestia que quería salírsele de adentro.

Entraron a Laura por el pasillo de la casamata. Carlos y Alberto caminarían el kilómetro y medio que faltaba para llegar a la tercera batería y subirían al 9 de julio. ¿Maneados como están? ¡Como si fueran caballos de sulky? ¡Y que se jodan, che! ¿Quién los manda a armar kilombo? El Negro supervisaba a los dos cabos, que llevaban mausers sin seguro. Iban pisándoles los talones a los cautivos. Pese a que por ahí no hay nada más que rastrojos y pavimento pedregoso.

La casamata de la séptima batería había sido dividida en tres niveles. Y la oficina del administrador, transformada en estar y dormitorio de los tenientes. En el primer nivel había un corredor largo. Al costado, cuchitriles de paredes precarias y bajitas, que se habían levantado con el exclusivo propósito de separar a los cautivos. Había una enfermería, y al costado de la galería, el baño químico con la ducha, una gran caja metálica que renovaban con un tractor periódicamente. En el segundo nivel se realizaban los interrogatorios y en el tercero se torturaba. A esa sala, donde aplicaban submarino y picana sobre una elástico de flejes, se llegaba por una escalera externa (15).

Los tenientes eran los interrogadores: el Rubio, el Alemán, Legui y Cacho. Los torturadores, como el Turco y Leona, cumplían las órdenes de los tenientes. Y los guardias, que eran unos quince y estaban casi siempre borrachos: Jaime, el Negro, Tierno, Laucha, García, Tornillo, Jimmy, Viejo, Pájaro, Carlitos y otros con la maldita costumbre de cambiarse los apodos permanentemente.

Destinaron a Laura al último cuchitril, asegurándose de que estuviera sola siempre. Y desde el segundo día de cautiverio en adelante, la llamaron ¨Evita¨. Porque no paró nunca de insultar a los maringotes. Fueran interrogadores, torturadores o guardias, zumbos, tenientes o capitanes de visita. No paraba de gritar, aún cuando estaba sola, aislada en la piecita pegada al dormitorio de los tenientes. No comía. Pese a que la comida era buena, rehusó tomar bocado durante tres meses. ¡Vaya a saber qué comería para sobrevivir! Ellos querían que se callara. Sobre todo el Alemán, cada vez más nervioso, que perdía el sueño entre grito y grito de Laura, la que ahora se llamaba Evita.

Difícil esto de olvidarse de la jefa espiritual, de la abanderada de los pobres. ¿Había sido una auténtica revolucionaria, no? Porque por algo le pusieron este mote a Laura. Quería decir que resultaría imposible taparle la boca; que sólo embalsamándola estaría callada.

6. Una pesadilla en las Baterías, aquí en Puerto Belgrano, cerca de Punta Alta

Se torturaba de lunes a sábados. Los domingos se respetaban… Los torturadores conectaban la descarga a la parrilla cuando los interrogadores se lo pedían. O la abrochaban a los pezones, o a la vulva, o a los testículos de ellos. Pero machos había pocos aquí, a Dios gracias, decía el Rubio. Imaginate si tuviéramos más tipos que hembras, como en el 9 de julio, qué aburrido sería, le decía al Alemán.

Y el Alemán, que era un tipo triste, taciturno, casi depresivo, asentía. ¿Cuándo podría volverse al pueblo? ¿Cuándo podría contar, como si se tratara de un mal sueño, todo lo que estaba sucediendo en Baterías, para así descargarse? ¿Cuándo podría borrarse definitivamente; no despertarse nunca más pensando en que debía conectar la picana e interrogar otra vez a esos pibes y pibas que boqueaban entre llanto y llanto para que él dijera: Pará, que se te muere?

Y Evita seguía gritando. Insultaba e insultaba. Sólo se serenaba durante algunos minutos cuando la dejaban pasarse a otros cuchitriles y se ocupaba de conversar con Marta, con Diana, con Mónica, con Cora, tranquilizándolas. Les daba aliento, sin que se supiese de dónde lo sacaba… ¿Cómo podía insuflar energía alguien que era piel y huesos? Porque al cabo de tres meses de no comer estaba muy delgada. Esos pechos que admiraran el Negro y el Rubio, no existían ya. Laura llamada Evita era como una aparición.

Después llegó la navidad. Parecía mentira que a la casamata de la séptima batería también. Pero los maringotes habían decidido que ese año la festejarían junto con las prisioneras y con los ocho o nueve montos que quedaban.

– Estás acá por seguir a ese barbudo maricón. ¡Qué boludo que sos!, le decía un guardia a Horacio. – Pero igual le vamos a festejar el cumpleaños al barbudo… Órdenes del teniente, che.

Ya desde un par de días antes habían dispuesto concentrar las torturas por la mañana, que de una buena vez hablaran los que parecían amnésicos o con la lengua soldada. Laura, sobre todo. Que no había hecho otra cosa que insultarlos sin informarles de nada ni de nadie.

– ¡Evita puta y corajuda!, se decían ellos. Pero no se confesaban su admiración por la correntina.

De levantarse tres o cuatro veces cada madrugada no se librarían. A ver si así se les soltaba la lengua, a cambio de que los dejemos dormir. Entonces gritaban: ¡Hora de levantarse! ¡Arriba todo el mundo!, cuando era la una, y cuando eran las tres, y cuando eran las cuatro. Y los iluminaban con reflectores. Y cuando eran las seis también, pero entonces nadie más podía dormirse. ¡A trabajar! Y ponían música clásica a todo volumen y conectaban al parlante los gritos y lamentos de los torturados, para que todos los escucharan. Los discos de música clásica eran de Cora y se los habían incautado el día que la secuestraron, cuando acababa de obtener la licenciatura en letras.

La población de la séptima batería tenía un estado de salud promedio que se juzgaría fácilmente y en todo caso de calamitoso. Pese a que se les llevaba buena comida, la gran mayoría se alimentaba muy poco. Se les había acabado el ánimo. Además, como en el cuento de los perritos, casi todos los días desaparecía alguno. Se los llevaban al cabo del día y no volvían a verlos. Entonces, todos estaban esperando que los próximos fueran ellos. Varios de los que no habían soltado prenda todavía, sabían que se los había condenado. ¿Condena? En realidad, sabían que los iban a matar. Laura lo sabía, y también había escuchado que Carlos caería con ella. A Marta y a Diana ya no las torturaban, pero ninguno se atrevía a pensar que fuera porque habían hablado.

Además, todos los días había simulacros de fusilamiento. Muchos de los cautivos lloraban sin ningún recato. Otros sufrían convulsiones o temblores que duraban horas. Los llevaban afuera y los dejaban vendados y encadenados, parados bajo el sol, hasta que comenzaban a desvanecerse.

El veinticuatro de diciembre a la tarde se les permitió bañarse y se les repartió jabón. Cuando volvieron a sus cubículos se les quitaron las esposas, mientras los sentaban a la mesa y les servían vitel toné y pollo al horno con ensalada rusa. Los tenientes, con todos sus secuaces, se sentaron en medio de ellos.

– Misericordia. Consideración cristiana con ustedes. Eso es lo que ofrecemos, dijo el Rubio mientras pensaba con cuál de ellos comenzaría el próximo interrogatorio.

Después pusieron música bailable y arrastraron alternativamente a las prisioneras, experimentando a esas flaquitas que no tenían nada debajo de los camisolines y a las que ahora podían estrecharles las manos. Con Laura hicieron una excepción. Ninguno de ellos sacó a bailar a Evita. Aunque ella se pasó la noche insultándolos. Había que adivinarle los insultos al mirar los movimientos de sus labios, porque la música volvía a servir de espesa cortina para los maringotes.

Afuera silbaban los pinos bajo la noche estrellada. Se escucharon algunos estallidos de fuegos de artificio a lo lejos, seguramente de Punta Alta. Y muy pocos cercanos, los de los chicos de oficiales y subalternos que seguían ocupando casas de baterías. Entre tanto, el mar continuaba su trabajo depurativo, y si alguien se tomaba el trabajo de apuntar muy de cerca los tamariscos con una linterna, seguramente descubriría maná taray para acompañar el brindis de nochebuena.

El Alemán bailó porque se lo había pedido su compañero. Y después de tantas faenas juntos, cómo no le iba a llevar el apunte. Pero no tenía el más mínimo interés en tocar a las minas esas; sentía que contaminaban, que apestaban; las sentía responsables de que él estuviera esa noche lejos de su mujer y de sus hijos. ¡Qué se le va a hacer con la profesión que uno eligió! Pero entonces me metía en la marina, o iba a hombrear bolsas, decía mi vieja. ¡Vaya a saber si era así!.

7. Sólo una muerte se conoció

A Alberto lo largaron. Lo subieron a un colectivo rumbo a Mar del Plata y hasta le dieron algo de dinero. También lo fumigaron, con el famoso insecticida naval, por lo que notó que todos guardaban rigurosa distancia durante el viaje. De Carlos no supo nada más.

Pero una versión dudosa decía que simularon su fuga porque su cuerpo tenía tantos agujeros que no podían mostrarlo entero. Lo habrán cosido a tiros en el polígono. O después lo habrán tirado del avión. O estará clavado en el fangal. Porque ésta es una trampa de arena.

El 31 de diciembre de 1976 por los informativos radiales, y el 2 de enero de 1977 por los diarios, se difundió un comunicado del V Cuerpo de Ejército según el cual, en la madrugada del 31 en el barrio Villa Rosario de Bahía Blanca, las fuerzas del orden fueron atacadas desde un vehículo, y al responder la agresión ¨fueron abatidos tres individuos… siendo uno de ellos LAURA (…) procurándose la identificación de los otros dos. En la oportunidad lograron fugar CARLOS (…) y otro desconocido, ambos pertenecientes a la banda mencionada ´Montoneros´¨.

¨El padre de Laura (…) viajó inmediatamente a Buenos Aires, donde se le asignó una persona para retirar el cuerpo de su hija. En el mismo furgón (…) siguió viaje a Bahía Blanca, donde realizó los trámites necesario ante el Quinto Cuerpo, y volvió a Paso de los Libres con el cuerpo de Laura, siempre en el mismo furgón. Según (…), en la morgue había varios cuerpos. Algunos muy deteriorados; en el caso de uno de ellos, no se podía distinguir si era varón o mujer. El empleado de la morgue dijo a mi cuñado que esa madrugada, junto con el de Laura, habían llevado todos esos otros, creía que cinco…¨.

¨El 4 de enero de 1977 llegaron a Paso de los Libres. El mismo (…), con varios de sus familiares y amigos arreglaron el cuerpo. Tenía el ojo izquierdo vaciado y un incisivo saltado, nosotros pensamos que fueron orificios de salida de proyectiles. El incisivo, por una bala que le había entrado por detrás de la oreja. Tenía otras balas en el cuerpo, y una infinidad de marcas pequeñas. Ni su padre –militar- ni ningún otro experto en armas podían desengañarnos: eran huellas de picana…¨. ¨… También tenía una larga y prolija cicatriz desde la parte alta hasta el abdomen, que atribuimos a la autopsia. A mí me llamaron la atención sus pechos, eran dos pellejos vacíos, chatos, aplastados. Laura tenía un hermoso cuerpo, longilíneo y duro, con dos pechos bien erguidos. ¿Habrían sido vaciados? ¿Cómo? ¿Cuándo?. También tenía un brazo quebrado a la altura del codo. ´Parece un Cristito´, dijo (mi cuñado)…¨.

¨Durante el velatorio, en la vereda de enfrente, se instaló un hombre (desconocido) que ostensiblemente anotaba a todos los que iban llegando…¨.

Un día después del sepelio, la misma declarante recordó que un grupo de tareas había vuelto a su domicilio en Mar del Plata. Eventualmente eran los mismo hombres que se habían alojado en el departamento, ya que el encargado refirió que eran conducidos por el Comisario Pepe. Buscaban a su sobrino polìtico Calú, presumiendo que se hubiera escondido en el departamento de la tía de Laura.

¨El 22 de enero de 1977, los diarios del país publicaron una nómina de personas que dejaban de estar a disposición del PEN –ceses de arrestos- , y en ella figuraban mis sobrinos LAURA (…) y CARLOS (…).

¨Estos (ceses de) arrestos fueron dispuestos por el Gobierno Nacional en el lapso comprendido entre el 14 y el 21 de enero de 1977 o sea quince días después de la muerte de Laura y la ´fuga´ de Carlos. Hasta la fecha no hemos tenido noticia del ´prófugo Carlos´ …¨.

7. ¡En el mismo lugar en el que detuvieron a Racedo!

Según su cuñada, el padre de Laura dijo que (a fines de enero o principios de febrero de 1977) ¨… Viajé a Puerto Belgrano para averiguar algo sobre la muerte de Laura y su posterior ´liberación´ y la ´fuga´ de Calú. Tuve una entrevista con el jefe de policía de Puerto Belgrano, en la misma base, en un lugar que no se cómo se llama, una pequeña oficina que está a la entrada, creo que a la izquierda. Algo así como una guardia. Este señor me informó que la ´noticia periodística´ había estado ligeramente equivocada. Laura y Calú no estaban entre los atacantes, como se desprendía de la lectura. Ellos habían sido cedidos a ejército para un procedimiento de detección de domicilio. Pero al llegar a las cercanías del lugar en cuestión, sorpresivamente les salió al cruce un vehículo con subversivos que atacaron a las FFSS, y en el tiroteo que se originó Laura cayó allí pero Calú logró su intento, dijo. Él tenía casualmente que comunicarse con la familia de Calú para indagar si tenían alguna noticia. Pero la conversación que estaba manteniendo conmigo ya lo eximía de esa misión, pues se daba cuenta de que no sabíamos nada…¨.

¨Dos años después me enteré de una chica que fue llevada en diciembre de 1976 a Puerto Belgrano. Ajena a todo, estaba desesperada, aterrada, enloquecida. Entonces se le acercó una de las reclusas y estuvo hablándole toda la noche, con tanta calma y cariño que la tranquilizó y la salvó, según su propia expresión. Era Laura. También le habló de ella, de su hijita, que sabía que estaba siendo criada por sus padres, por lo que estaba tranquila al respecto, porque tenía la seguridad de la buena crianza que recibiría. Y en cuando a ella misma, también estaba en paz. Había luchado por lo que creía justo y no se arrepentía de nada. Había sido condenada. Ella y su marido serían muertos en alguna fecha de diciembre, al cumplirse el aniversario de alguna de las acciones guerrilleras (de la que cobrarían venganza los marinos). Efectivamente, días antes de Navidad, varios de los prisioneros fueron retirados una noche, entre ellos Laura…¨.

(En noviembre de 1976) ¨… me había entrevistado en Puerto Belgrano con mi primo Teniente retirado de Marina, artillero; había estado en la sección balística y no tenía nada que ver con la represión. No podía creer que no tuviéramos noticias de dos detenidos en tanto tiempo y me dijo que llamaría a un camarada suyo que sí estaba en la represión (él no usaba este término, claro, creo que decía ´lucha antisubversiva´ o ´guerra sucia´) para informarse. Así lo hizo. Mi primo y su camarada estaban conversando en el jardín, cuando me llamaron. Al acercarme pude observar la cara de asombro con que mi primo escuchaba al otro, y alcancé a oír que decía: ´¿Pero, acaso no sabés que en… (no retuve el nombre, sin duda técnico, de la dependencia, pero se trataba de un lugar en el mismo Puerto Belgrano) hay más de tres mil –o cerca de tres mil-, detenidos? Se los tiene dos o tres meses hasta sacárseles toda la información posible y después… (tampoco recuerdo las palabras textuales últimas, pero era una expresión que significaba que los mataban)´…¨.

Y terminó recordando la denunciante: ¨Después de la muerte de Laura tuve noticias provenientes de alguien que se decía relacionado con la Marina, y que dijo que a una maestra entrerriana o correntina la habían matado a traición en diciembre del 76; la hicieron caminar y le dispararon por la espalda. A Laura la mataron así…¨..

Exactamente. A Laura la llevaron en un Renault 18 verde. Por entonces, ya no podía caminar. Dicen que llegados al barrio bahiense de Villa del Rosario, la sacaron del auto y la sentaron como pudieron, disparándole a mansalva por la espalda entre tres o cuatro maringotes.

Dijeron que había sido un enfrentamiento. Y el conocido relato de los entregadores que intentan la fuga durante el tiroteo… Eran enfrentamientos raros esos, che. Nunca lastimaban a ninguno de los maringotes, ni a ninguno de los milicos.

A Alberto volvieron a molestarlo. Hasta lo levantaron por la calle, en Mar del Plata, y lo interrogaron dentro de un auto. Esos tipos querían demostrarle que lo vigilaban. Para que no se hiciera el loco o para que mantuviera el miedo de contar.

(1) María Eva Duarte de Perón, ¨Mi mensaje¨.

(2) María Eva Duarte de Perón, op cit

(3) María Eva Duarte de Perón, De un discurso a representantes de la rama femenina de Partido Justicialista, 1952.

(4) La Nueva Provincia, edición del 27 de agosto de 2008.

(5) Fuente citada por el matutino anterior en la misma edición.

(6) Página 12, edición del 27 de agosto de 2008.

(7) www.elrosalenio.com.ar

(8) Radio FM de Punta Alta. Por www.mega975.com.ar también es posible escucharla.

(9) Informe del 27 de agosto de 2008, que nos llegó gracias a la mano amiga del abogado especialista y sobreviviente marplatense, Carlos Aurelio Bozzi.

(10) La Capital, Mar del Plata, 27 de agosto de 2008.

(11) Reproduce textualmente el parte de prensa emitido por la Comisión por los Juicios Verdad Justicia y Memoria, de Mar del Plata.

(12) En este capítulo y en los siguientes serán consignados en bastardilla diversos fragmentos de la denuncia ante la Conadep formulada por la tía de nuestra heroína Laura. Dicha señora es lógicamente a su vez, tía política de Calú. En ampliaciones de su denuncia, la señora vierte comentarios de su cuñado, padre de Laura, quien es militar retirado. Este mismo material es admirablemente expuesto por Carlos Aurelio Bozzi en ¨Luna Roja –Desaparecidos en las playas marplatenses-¨, Ediciones Suárez, Mar del Plata, 2007.

(13) Declaración Juicio de la Verdad, Mar del Plata, de Alberto Jorge Pellegrini. Este industrial textil soportó un procedimiento en su domicilio, así como el robo de mercaderías que nunca recuperó. Fue detenido e incomunicado, junto con Laura y Calú, y luego trasladado al mismo lugar de detención que Calú. Fue torturado. En diciembre de 1976 Marina lo liberó, enviándolo en ómnibus a Mar del Plata. Este material fue también analizado por Carlos Aurelio Bozzi, op cit.

(14) Las versiones del padre de Laura son referidas por su cuñada, denunciante ante la Conadep marplatense. El referido había perdido meses antes a su hijo Pablo– hermano mayor de Laura- abatido en situación harto dudosa por una comisión del ejército en la Provincia del Chaco.

(15) Las declaraciones de sólo una sobreviviente de las detenidas en la casamata de la séptima batería, permitieron armar esta descripción. Diego Martínez ha comentado estos testimonios del Juicio por la Verdad de Bahía Blanca, en diversos artículos publicados en Página 12.


3 respuestas to “¿De qué se reirá Racedo?”

  1. Espero que alguien le haga sentir (a Racedo) lo que es ser violado y ultrajado. Como todo cobarde, este sujeto niega hasta su propia existencia, tarea que se le facilita por que ni él mismo se considera humano, digno de una vida decente. Espero que muera sufriendo lentamente como un animal enfermo…

  2. Bueno este contenido. Testimonié el pasado 5 de octubre en la causa Base Naval. A mí también me detuvo gente de la armada. Uno, era Bujedo. El otro no sabía quién era, pero después supe que era Racedo. Fui detenido en el estadio de fútbol de Mar del Plata. Este Racedo, según todo lo que me informaron, era el jefe de Bujedo; lo llamaban ¨Comisario Pepe¨.

  3. […] los del matrimonio conformado por Laura Susana Martinelli y Carlos Oliva tal como se relata en esta nota del blog Diáspora […]

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