Nuestro prójimo Fermín

Resistencia Peronista

por Eriberto De Pablo(1)

edepabloc@speedy.com.ar

Hoy bien podría decirnos Fermín, sin dejar de ser prójimo de lo popular:

– Me voy, pero les dejo mi paracleto de la conciencia nacional hasta la victoria siempre…

Y así lo sentimos quienes, desde “el interior”, reflejamos temprano y a la distancia, a quien valoramos como Maestro y militante impoluto.

Hacia 1958 nos hicimos discípulos “prójimos”. Fue más precisamente el 21 de agosto de 1958, desde las humildes columnas de un periódico de combate que, no por casualidad, se llamaba “Resistencia”. Aparecía el cuarto ejemplar del primer año de vida de ese medio que en Punta Alta editábamos un grupo de “chicos-adolescentes” con tamaño de “militantes” en cuanto al manejo de lealtades adultas. Eso, nada menos que a la vera de la Base Naval de Puerto Belgrano, con todo lo que ello significaba. Y significa todavía hoy.

Nos parece muy propicio hoy recordar su entrega, la de Fermín y por qué no, la nuestra también, la de aquellos lejanos y aciagos días de 1958, a casi tres años de la “revolución” fusiladora de 1955. Como último homenaje de los pocos que quedamos de aquellos años, queremos despedir a la distancia a nuestro amigo y prójimo Compañero Fermín. Es en nombre de todos los que con él nos formamos en rebeldías sin concesiones y aún permanecemos inclaudicables ante los arreglos espurios, cuando de la Patria Grande se trata.

En la presentación que hicimos de Fermín decíamos lo que hoy ratificamos: “…Fermín Chávez desde Buenos Aires colabora para el periódico Resistencia. Su poesía inédita que publicamos jerarquiza nuestros escritos y legitima el orgullo de sabernos estimulados y comprendidos por un poeta que, como Fermín Chávez, está a la vanguardia de nuestra poesía moderna. Autor lírico de valor indiscutiblemente revolucionario, se revela en “Provincia al Este”, en “Como una antigua queja” y en varias piezas poéticas inéditas.

Infatigable investigador de nuestro proceso cultural, adquiere proyecciones de extraordinario ensayista en “Civilización y Barbarie”, donde pone al descubierto la estulticia nefasta de la fórmula sarmientina. Su último libro, “Vida y muerte de López Jordán”, el postrero gran caudillo federal entrerriano, nos muestra a un escritor erudito, minucioso, que relata con copiosa documentación el traspaso del país después de Caseros a las logias masónicas y al liberalismo vandálico y entreguista. Al igual que Marechal, Anzoátegui, Soler Cañás y otros, Fermín Chávez, colaborador del prestigioso semanario peronista “Norte”, es uno de los representantes jóvenes de esa Argentina soberbia y pujante que ha decidido desde 1943 emanciparse de todos los remedos extraños, especialmente culturales. Como otro poeta joven de nuestra ciudad, Héctor Pedro Soulé Tonelli, Fermín Chávez se incorpora al grupo de nuestros colaboradores. Ello compromete eternamente nuestro agradecimiento.

Hoy, 29 de mayo de 2006, a un día de su desaparición, seguimos agradeciendo al prójimo maestro Fermín. Porque el maestro que no defrauda difícilmente muera. Estará más próximo a sus discípulos, quienes siguen y seguirán sus pasos y ejemplo, aunque les cueste…

Y aquí el poema de Fermín Chávez publicado en la edición Nº 4 de Resistencia (1958):

26 de Julio

Inmarcesible aroma te sustenta,

corona de dolor, oro deshecho,

en urna no visible – con su helecho

y su ciprés – nos duele como afrenta.

Inmarcesible aroma te alimenta,

pueblo ultrajado en ofendido pecho.

Pueblo libre, nuez dura, juez derecho,

la amargura de julio experimenta

de nuevo la amargura, la amarilla

amargura de fuegos penuriosos

que ornan la paz de bellos fusilados.

Corona de dolor, ramo de arcilla:

los perros de la noche está gozosos

por tantos cruentos días no vengados.

De sus lecciones que perduran para siempre con eficaz sabiduría, nos dio el rumbo para profundizar y batallar. Una de ellas, fundamental (digo, como fundamento de nuestra formación), cabe en estos pocos renglones “… en su nota interior más profunda, las crisis argentinas son crisis ontológicas, luego morales y después políticas y económicas” (de la introducción a “Civilización y Barbarie”, Editorial Trafac, 1956).

Otra es la siguiente: “… desentrañar las ideologías de los sistemas centrales, en cuanto ellas representan fuerzas e instrumentos de dominación, es una de las tareas primordiales de los trabajadores de la cultura en las regiones de la periferia. Pero la realización cabal de esta tarea presupone, a su vez, la construcción y el uso de un instrumento adecuado: necesitamos, pues, de una ciencia del pensar, esto es una epistemología propia… Volver a la realidad es el imperativo inexcusable… Es decir, necesitamos una epistemología para la periferia” (Proemio de “La Recuperación de la Conciencia Nacional”, Gráfica Logos, 1983).

Existen muchas más; seguramente no alcanzaría este espacio. Pero nos sentimos tentados a recordar esta reflexión: “… es curioso, para decirlo de alguna manera, lo que nos ocurre a los argentinos que tratamos de salirnos del sistema haciendo, como decía hace tiempo Fernando E Solanas, actos diarios de descolonización mental. Siempre nos falta un poco para conocer al conjunto de argentinos que, en un pasado mediato, hicieron este trabajo antes que nosotros…” (del Proemio de “La Recuperación de la Conciencia Nacional”, Gráfica Logos, 1983).

Y la última. Cuando el menemismo le ofreció un cargo en la Secretaría de Cultura, Fermín Chávez declinó la propuesta, por no coincidir con la orientación. Y dijo algo así: “No renunciaré a años de convicciones y militancia por un cargo de funcionario…”. Así se distanció del grosero pragmatismo neoliberal que se apoltronó en ruines, desleales, necios y traidores de la política nacional y popular.

Por siempre gracias, Maestro. Por el paracleto de la conciencia nacional que nos legara, aún desde sus mocedades junto a Jauretche, Scalabrini Ortiz, Manuel Ortiz Pereyra, Hernández Arregui, Marechal y tantos más. Usted nos demostró que tras la causa nacional y popular, nadie muere del todo.

(http://usuarios.advance.com.ar/edepablo/)

VIEDMA, RÍO NEGRO, 29 DE MAYO DE 2006

([1]) EL AUTOR, si bien en su acta de nacimiento dice que tal evento ocurrió en Bahía Blanca (14/III/1939), debemos recordar que para entonces Punta Alta aún no era Ciudad Autónoma, rango que alcanzó durante el primer gobierno peronista. Deportista destacado, practicó atletismo, básquet y fútbol. En esta última disciplina, integró el equipo campeón regional de los Campeonatos Evita, en 1954, representando al club Rosario Puerto Belgrano, conducido por el inolvidable Casimiro. Como estudiante secundario del Colegio Nacional puntaltense, fue elegido por sus compañeros Delegado en la U.E.S., brazo político del Partido Peronista.

Desde lo anterior, puede decirse, Eriberto De Pablo da sus primeros pasos en la militancia por la cual, a la caída del gobierno de Perón tras el golpe militar del 16 de septiembre de 1955, siendo muy joven, junto a contemporáneos (los hermanos Facchini, Juan Vila, Pancho Gasparoni, las familias Carmona y Biteler, los matrimonios Morilla, Vigil, Menza y Merino, Doña Dora, Agustina Iglesias, Timi, Chiche Genari, Koky Soulé, Delledone, Juan González, Américo Catá, el Negro Coria, etcétera) tuvo un debut “honroso”, se decía por aquellos tiempos. La persecución y la cárcel en razón de sus ideales, fue el sino bajo el cual gran parte de aquellos transitó el camino de sus vidas.

En los años difíciles de la militancia popular volcada a la Resistencia Peronista en Punta Alta, nombres como el de “Rulo” De Pablo, según le apodaron desde su infancia, no fueron ajenos al quehacer periodístico ni a la actividad académico cultural: en el Periódico “Resistencia”, Rulo fue su último director, hasta la clausura en 1958, dispuesta en aplicación del terrorífico decreto 4161/56, por Alfredo Roque Vítolo, ministro del interior en el gobierno de Arturo Frondizi; del “Ateneo Palabra Argentina” (soporte del Periódico dirigido por el legendario Alejandro Olmos) fue integrante (1957) y del Centro de Estudios Argentinos “Raúl Scalabrini Ortiz”, fue cofundador (1960).

En calidad de empleado administrativo de los “Talleres de Armas Largas Punta Alta” (T.A.L.A.) fue militante sindical de la U.O.M.. Posteriormente, fue trabajador no docente en la U.N.S., en la cual tuvo militancia en las filas de ATUNS-FATUN, que condujera el destacado Mario Usabiaga.

Simultáneo con lo anterior, realizó su carrera de profesor en Filosofía y Pedagogía en el Instituto Superior del Profesorado Juan XXIII. Con el título “bajo el brazo”, se radicó en 1967 en Viedma. Desde entonces y salvo los períodos interrumpidos por tiranías militares – como desde 1976 y hasta 1983,

cuando por su militancia peronista fue cesanteado – tuvo intensa actividad académica terciaria y universitaria.

En la acción gremial fue presidente de la Comisión de Prescindidos de la Provincia de Río Negro, promotor de la Ley Provincial de Reincorporación de todos los prescindidos provinciales por la dictadura. Al momento de su jubilación, su currículum lo muestra como profesor en áreas de su especialidad y en cargos directivos como Director de la Escuela Industrial de Viedma; Vice Director de la Escuela Normal Mixta de Viedma; Supervisor de Enseñanza Técnica; primer Secretario del CETCA–UNC; impulsor de la enseñanza universitaria a distancia en el centro universitario de la Universidad Nacional del Comahue de la zona atlántica, del Proyecto DEDEU, 1984/86.

Estudioso de las cuestiones nacionales y populares de nuestra Patria, realizó innúmeros escritos periodísticos y trabajos elaborados en materia de su especialidad, la educación. Sobre todo, referidos a la que se imparte en el país, siempre, desde su “irrenunciable óptica y compromiso con lo nacional y popular”, que en la docencia de gravitación “nico-mitro-sarmientina” – como se refiere cada vez que habla del “liberalismo de Nicolás Avellaneda, Bartolomé Mitre y Domingo F. Sarmiento” – no es poco decir.

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